Starbucks, al fin, llega a Guatemala. Y con toda la fuerza que se le conoce en el mundo, no por nada, según dicen, es la franquicia más cara. Llega con toda su fuerza, un local atractivo, gente chispuda y un sabor a nuevo que no se lo quita nadie, por lo menos por un buen tiempo.
Ir por un cafecito a Starbucks el sábado 19 de marzo, cuando estaba recién inaugurado el local en Condado Concepción, carretera a El Salvador, fue virtualmente imposible. Los fanes de lo nuevo tenían abarrotado cada parqueo cercano... típico. Decidí no pasar por esa odisea y preferí regresar un día que no hubiera tanta gente... la cosa era disfrutarse el café, no hacer cola y luego no encontrar ni donde sentarse entre los grupitos de escueleros y parejitas "finuchis", para después caminar y caminar hasta donde haya tenido que dejar el carro.
Regresé el miércoles siguiente, por la mañana, a la hora que va la gente que necesita y gusta de un café. Bien, el recibimiento fue como a un invitado de honor, diez puntos. Me enseñaron toda la gama de productos mientras observaba el local... hmm, no se parece a los reducidos Starbucks de Nueva York (pareciera que hay uno en cada cuadra), pero sí se parece al Starbuck de Barcelona que visité a inicios de año... amplio, muy bien iluminado, sobrio, con un estilo refinado.. diez puntos también.
Me interesé en las mezclas que tenían: todo me lo explicaron con lujo de detalles, las de Sumatra, de Kenya, de Guatemala y de Colombia. Pero ninguna superaba los 1,500 metros de altura en su cosecha... ok. La atención fue suprema, incluso mejor que la de Barcelona (de por sí el catalán es una persona muy parca que pasa por hosca y hasta grosera a veces, algo normal).
Iba con mi hermano, así que lo invité; se le antojó un pedazo de pastel de chocolate, que en lo personal no me gusta, pero que valió cada centavo, según él. Y yo tomé un ""Coffee Caramel Capuccino" de 12 oz (390 calorías, según calorielab.com). Gritaron mi nombre y, sonrientes, los chicos baristas me dieron mi café, el pastel de mi hermano y la factura: cerca de 60 quetzales... ouch! Por cierto, el café estaba buenísimo. Bien, pues salimos contentos de ahí, a pesar del sablazo de los sesenta pesos por un pedazo de pastel y un cafecito...
Conclusión:
Starbucks es un lugar de culto, tienen que conocerlo. Pero vayan con plata, que ese gustito les va a costar, mejor si la novia es de "bajo consumo" o los acompaña un cuate al que le gusta invitar.
Me gusto lo de la Novia de "Bajo Consumo": Ofe
ResponderEliminar