Capuccino y donas... mmm! (Foto: Flikr/ pkingDesign) |
La explicación es sencilla: el metabolismo se desacelera por la noche y las reservas de azúcar del cuerpo son consumidas. Por tanto, a la hora de iniciar tus actividades mañaneras, por más bien que desayunes, es necesario un empujón de glucosa en las neuronas para que uno "se avive", como dicen los abuelitos. Puedes comer cualquier cosa, pero si no consumes azúcar, tu actividad cerebral se mantendrá en cierto nivel mínimo. El cerebro necesita glucosa para funcionar bien, y las donas son ricas en glucosa. Esta, combinada con una dosis moderada de cafeína, da el empuje exacto para que los neurotransmisores no solo conduzcan los impulsos eléctricos dentro del cerebro de mejor manera, sino que también liberan dopamina, que te hace sentir bien. Según la página Psychollogy Today, "las neuronas sólo pueden tolerar la falta de glucosa por unos cuantos minutos antes de que empiecen a morir". Esto explica esas ganas de "algo dulce" que sueles experimentar al terminar una comida fuerte o a media mañana... ¿adivinas a qué hora? ¡Exacto! A la hora del cafecito...
Conclusión
¡No te niegues el pecadillo de comerte una dona y tomarte un cafecito! Vas a ver que sentirás la diferencia. Obviamente, si haces de esto un hábito y no te comes una sola sino la caja entera de donas que venden en PriceSmart, no le eches la culpa a este blog por lucir bajo la polo o esa blusa ajustada una hermosa forma de dona atravesada. Recuerda, todo con moderación hace bien... ¡hasta una donita de vez en cuando y mejor si es con un cafecito!