Foto por Cristiano Betta (Flikr) |
Sin embargo, quienes toman café ignoran el motor principal que conduce a este hábito: la dopamina. Es un químico liberado en el cerebro que influye la motivación, el aprendizaje, el movimiento y la atención. Liberada en pequeñas dosis, la dopamina incrementa los estados de estos cuatro puntos que menciono. En situaciones placenteras, los aumenta hasta un 100% y produce que tu deseo y acciones se enfoquen en aumentar y repetir ese placer. Cuando el nivel de dopamina es bajo, el café ayuda a aumentarlo y la cafeína, al liberar la dopamina, estimula las conexiones cerebrales, formando el hábito (en especial, el de tomar café) y generando memorias o buenos recuerdos.
Todo lo que te gusta y quieres libera dopamina. Desde este punto de vista, no tomas café porque te gusta el café, sino porque libera dopamina en tu cerebro, que te produce placer. Esto da otro enfoque a lo que es importante en tu vida sobre lo que para ti tiene valor, ya que si no liberara dopamina, te sería completamente indiferente: besar, trabajar, hacer ejercicio, tener sexo; ir al cine, a la iglesia o a reuniones familiares; ser infiel, buscar situaciones de riesgo y practicar deportes extremos; evadir a la ley; buscar notoriedad, éxito, reconocimiento social... para que esto suceda y se repita, debe liberar dopamina. ¿Sabes qué es lo curioso? El café está siempre metido en todas estas situaciones... ¡atrévete a negarlo!, o si no te parece, lo platicamos con una tacita de café. Yo invito.
Conclusión:
La próxima vez que tomes tu cafecito (sin importar la situación, je je), ten en cuenta que no es en sí el café lo que te gusta, sino lo rico que se siente. El café y la dopamina son el dúo perfecto.
Buen trabajo, me gusta como escribes.
ResponderEliminarBuen trabajo, me gusta como escribes.
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